lunes, 16 de julio de 2012

Apuntes


Después de la ruptura, el abandono. 
Después de tí, yo, la soledad.

1 de febrero de 2012

Desde que no quiero saber de ti, mejor no escribo. Estoy tan empeñada en la tarea absurda e imposible de olvidarte que evado cada oportunidad de enunciar tu nombre, mentalmente, sensorialmente, nostálgicamente.  

Voy a olvidarte, aunque implique perderme para no hallarte. Voy a dejar de ahogarme en el llanto interminable y martirizarme temblando por la angustia que me causa no tenerte. Voy a morir, si es preciso, con tal de no morir por ti.

Estoy temblando, de dolor y rabia, por quererte y extrañarte, por no ser capaz de olvidarte.

Me voy a refugiar en este llanto para no volver a abrir los ojos intentando verte de nuevo. Me voy a cubrir de dolor, para que mis lamentos no traspasen y corran con el viento implorando tu nombre... suplicando que regreses.

7 de febrero de 2012

Perdida la llave del hotel (el vacío consagrado al espacio, a la luz, al frío de tu compañía).
Perdida la historia entre nosotros, la muerte lenta que intranquila mi sueño y se prende de mí, desmoronándome. 
Perdida yo (entre los recuerdos), perdida entre las olas que maldicen mi vida y marchitan mi cuerpo.
Me redescubro en el reflejo, con mis ojos llorosos y la presión en el pecho. Mi desnudez me enmudece y causa escalofríos la maldita habitación desierta, el murmullo que imagino, los recuerdos que invoco. 
Te has reflejado en mí. Me asusta tu imagen cada vez que me miro al espejo, perdida, nostálgica, embrutecida.

9 de febrero de 2012

Ya ni siquiera me consuela quererte en soledad, cuando lo que tengo solo el desgastado sentimiento de la cotidianeidad.

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